jueves, 31 de mayo de 2007

Me encontré un broche marrón...

Bueno, qué puedo decir; honestamente pienso que es bueno caminar siempre con los zapatos de la verdad y que, sin importar las inclemencias del frìo o del calor y porque el clima es siempre noticia, tengo que decir mi opiniòn de lo que ha sido escrito abajo. Nunca pensè que se tratara de algo mìnimamente bueno ni me molesta cargar en mi conciencia con el conocimiento de que ni yo mismo disfrutarìa leer algo asi; el tema es éste: tenía ganas de escribir alguna pelotudez y en algún momento pensé que (no se me pregunte por qué, no es la primera vez que me la creo un poquito para después arrepentirme dolorosa y retro-autopunitivamente) yo tenía las herramientas como para escribir la historia de los muchachos estos, que yo la conozco muy bien pero hoy no creo poder contarla como corresponde. Dirán, y a este qué le pasó, no se entiende por qué súbitamente sale con esto. Ocurre que me pasó algo que ultimamente se devela como una serie de sentimientos que ya son parte de mi idiosincracia, y lo digo así porque no es la primera vez que me pasa. Resulta ser que en el siglo pasado vivió su vida ( francamente no creo que valga la redundancia, pero a nadie le va a molestar -a menos que curse con tendencias clásicas de T.O.C. como yo y tantos-) un Sr. al que muchos harán referencia como Julito (Cortàzar) y que me hizo sentir como el último pobre-infeliz de este planeta; entonces, luego de haber leido muy poquito de su obra, siento que no tengo cara ni para existir en este planeta escribiendo nada, es más, me darìa vergüenza un dìa como hoy escribir con aerosol en una tapia pintada blasfemias de índole político o tallar el nombre mìo junto al de la chica que me gusta en un árbol, o hacer la lista del súper, hasta darle a otra persona mi nùmero de celular escrito en un papelito recortado de la esquina de una hoja: no existo.
Tiempo a atrás vivì una experiencia similar. Voy a contar brevemente que yo era un tipo que tocaba la guitarra en los asados, cantaba todo el dìa temas del cancionero popular, y al tomar con mis manos ese noble instrumento musical -si,¿ por què no? creo que es alto instrumento la viola, no es un arpa ni un violìn, pero tiene historia- puedo decir que hasta sentìa cierto orgullo, me sentìa alguien. Pero bueno, para deleite, sorpresa y pronta vergüenza mía llegó a mis oidos la existencia de un grupo ya disuelto llamado Led Zeppelin, cuyo guitarrista-líder era un flaquito que averigüé se llamaba -y todavía se llama, o le dicen- Jimmy Page, ¡Jimmy Page! ¡què nombre Madre Mia! deberìan cobrar por pronunciarlo, o algo asi; y bueno, a partir de ese día cualquier cosita que yo haya creido que tocaba bien en la guitarra me sonó peor que un unplugged de música electrónica, y asi estamos...
En ningún momento pretendí hacer uso de este hermoso idioma para intentar poner en claro que yo podía más que... alguien, simplemente me dejé llevar por la emoción de crear algo, de ver materializado algo que está en mi cabeza y miren lo que conseguí: eh..., bueno, supongo que me divertí un rato en los momentos que no estaba conectado mi contacto v.i.p. del msn... algo gané (supongo). Y mi intenciòn (mi intenciòn) es, a partir de ahora, no borrar lo que puse en el blog ni destruirlo como hice con anteriores, sino dejar lo que escribì ahi para que haga un poco de bulto y no esté tan despoblado el blog hasta que se me ocurra algo más para poner. Si a alguien le interesa la historia de Dies Irae, no tengo dramas en narrarla porque la conozco bien, pero en un lenguaje más coloquial a-lo-chismosa-de-barrio porque de esta forma si no cuido mi buen nombre, al menos estoy protegiendo mi orgullo por no humillarme escribiendo barbarazos habiendo tantos genios atrás/arriba mío. Por el momento me voy a dedicar a leer y lo que ponga acá serán meras reflexiones o inquietudes que crea que merecen ponerse en algùn lugar como este (pero aunque no crea), y bueno, eso.

lunes, 28 de mayo de 2007

Mi cuerpo es mi escudo. Me protege

Mi escudo me protege de usar mis propias armas.

Saqué mis brios de mi cuerpo con la mano.

La falsa sensación de estar con vos es inevitable e indeseada

Ya no existo y sigo sin existir en el llanto

Mi tercer nivel de heteropercepción

es consecuencia inevitable del conocimiento de los dos primeros niveles,

el primer nivel es el momento previo: dependencia, deseo, dolor;

el segundo nivel es el momento inmediato posterior: libertad y dolor.

¡Lanza, espada, daga!

Volvì a identificarlas en el espacio,

casi la negaciòn de la realidad misma y de lo propio.

Corta con su filo la materia que no existe;

hiere con su punta a quien se atreve a seguir sus pasos;

mata por la espalda a quien no la recuerda;

besa los tobillos de los precavidos, de los cautos,

se esconde bajo las ropas de los asesinos.
El escudo adorna el silencio de la ausencia de motivos,

insensiblemente acromàtico y espejo de lo intangible,

¡y es tan sencilla, la soluciòn es tan sencilla!

viernes, 18 de mayo de 2007

-¿Volviste a pensar en ella?
-La sociedad contemporánea - se apresuró Clodoveo a replicar - nos formó con una visión del tiempo en términos de una línea que se corta, una visión lineal que no lo es, y que deja muy pocas posibilidades al momento de encarar la búsqueda de un sentimiento en sus orígenes con la presuposición o intuición de que, lo que creó la necesidad de emprenderla, y hasta el hallazgo en sí fueron construidos en nuestra percepción en base a distintas vivencias poco trascendentales a un nivel consciente en épocas distantes entre sí; y paradójicamente ese emprendimiento auto-explorador no es posible sin desligarse de ciertos preceptos del pensamiento moderno que nos restringen la perspectiva requerida para poder mantenernos de pie sin sentir el acogedor deseo abrazar las cortinas de los ventanales a través de los cuales es indispensable mirar y a los cuales, solo espectando estupefactos, podríamos utilizar para obviar caer en el acogedor sentimiento que nos lleva de regreso a esos pasajes tan anecdóticos. ¿Y es ese el tipo de recuerdo que pretendés hacer emerger desde el quieto fondo del mar de mis días con las sogas de tu palabras que tan serenamente movilizas por las poleas de tu intromisión? Quizás no fue en vano haber aniquilado los relieves de nuestros recuerdos con la más alevosa ira hasta acompañar mi dolor con cansancio, pero fue menos provechoso para la paz de mis silencios cotidianos el no haber martillado entre llantos y maldiciones aquellos cristales que tan mal refractaron la luz que llegó a mis ojos, en los momentos en que todas las respuestas que ansié me golpearan, se vieron encontradas en ese estado que quizás nunca pueda explicar, desde el momento en que soy susceptible de padecerlo: estar enamorado.
-Quisiera saber qué es lo que va a suceder con el estado de las calles de este barrio; simplemente no puedo soportar más el ruido de los vehículos desacelerando y golpeandose contra si mismos al pasar sobre la calle asi como esta, no se qué rumbo piensan tomar los gestores de ese indecoroso espectáculo diario, pero altera mis nervios.
-Si...