domingo, 22 de junio de 2008

Aryentina


Superingleses y vino.
Cuellos torneados que no explican
los sablazos que salpican
gotas gordas a la tierra.
Arde la sangre y suplica
que se niegue al cúneo bronce
y a las sedas del gusano,
quien teñir su hilo creyó vano
y así su vida no conoce
de colores de verano.
Savia roja moja la tierra
y los charcos que se achican
nutren el suelo del inca
que encubre años de violencia
y densos grilletes se aplican
a la débil descendencia
que el ojo peninsular accede
a soñar pauperizada y breve,
y entregar al cáucaso pillaje negado su relieve
¡Francia, Francia rubí!
¡Azul que expandes tu pluma!
llenaste tus copas de espuma
en cada firma ilegítima!
Y aun asi no se entiende
cuesta trabajo y sorprende
que pasemos como el agua.
Y lo que más me molesta es no estar en la cresta cuando el mar se distiende, y si no nos gustó la fiesta sospechamos que la encuesta ni nos nombra ni atiende. No tengo más ganas de putear a nadie, pero hoy no se, quisiera putear las banderas, a ver, en primer lugar: las europeas. Y después envolverme y rodar por un piso forrado con una más grande, que sea la estadounidense, y después bailar unos temitas ahi, por ejemplo un tangazo o algo del Negro Videla, tiene que ser algo con mucho taco.

Cuánto tiempo hace que nos pidió esta tarea, Srta., y no puedo resolverla con fineza, algún día será, no hoy, que pienso dedicarlo a dormir con firmeza y patriotismo, porque la patria también se hace haciendo cama, y kama, sino no se de donde vendrían más patriotas. La fábrica de patriotitas está ahi, y la de apátridas en el sofá; esta diferencia no puedo explicarla con esta censura que me pone el cansancio, pero aún, el grupo va a entender que es la expresión sincera de un estereotipo, de un sujeto morador de esta región que sufre la inconveniencia de encontrarse al paso de nada, porque nada importante -a no ser las alguna vez prodigiosas nubes- cruzan los cielos de este lugar, no hay líneas aéreas que lleven y traigan gente importante, y los satélites la abarcan pero no la miran, no se bien en qué parte del giro la toman, necesitaría que alguien me lo explique. Soy el típico número del censo que quedó exento de crítica, el número primo, que no se puede dividir más que por si mismo y la unidad, que no tiene múltiplos con los cuales multiplicarse -justamente, y a nadie le molesta la cotización de la redundancia- o dividirse las culpas y las penas. Somos varios en realidad. Y no nos sentimos especiales por cargar con este prefacio de la democracia como componente de nuestra bandera. ¿pechos frios? no se bien. Gracias por la bienvenida y espero aportar con más filo en las siguientes secciones. Me dio hambre, sepan disculpar. Mucho gusto.


Augusto N. Clauso.

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De parte del grupo: Gracias Augusto por tu colaboración. No se entiende bien qué es lo que quisiste lograr con lo dicho, pero calculamos que esa meta no lograda es el reflejo mismo de lo que quisiste dar a entender. No está en nuestro itinerario clasificar la población con tipo alguno de censo, pero reconocemos que es una herramienta infalible para los escribas y, se sobreentiende, un paliativo sólo mínimo contra la desocupación. Cuando Servio Tulio instauró el censo en la época de los reyes, contaba cada cobre que se llevara encima, y se supo que la finalidad era simplemente la de suplir las necesidades militares del momento, y fue -al contrario de lo que opinan otros autores mal informados- el primer censo de la historia como se conoce hoy. El niño cabeza de llamas no creyó conveniente que cuente algo más que la plata al momento de empuñar las armas, y estamos de acuerdo con esta mentalidad de distribuir las obligaciones de acuerdo a la plata adquirida en amparo de las leyes de una nación. Tristemente éstas fueron siempre evadidas por los más comprometidos, y ratearse del servicio militar no fue invento argentino, como tampoco la evasión fiscal de los grandes capitales. Es la peor entrada que publicamos hasta el momento, adjudicámoslo a la falta de leche en sachet a la que nos encontramos sometidos estos días.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

La puta que me marea la Internet!

Grupo AyA dijo...

¿Qué tanto te marea?

Renata Beck dijo...

"Voy bajando por caminos que cruzan las tierras mansas. Qué bueno es olvidarse un poco de la gente que nos roba y que nos mata", me recordó a esa canción esta entrada.